6 de octubre de 2004

Al entrar en la casa buscó rápidamente un lugar donde guardar aquello que había robado. Todavía tenía en su cabeza la imagen de Fátima tirada en la carretera, su rostro expresaba miedo, desesperación. Talvez la asustaba el barullo de la gente que empezaba a rodearla o el sonido de las sirenas de patrullas y ambulancias que habían llegado al lugar, venían a ayudar pero al tocarla decían que no había nada que hacer. Quería gritar, nadie la escuchaba, ahora hasta parecía que nadie la veía a ella, solo veían el espectáculo y se miraban entre ellos sintiendo un poco de lástima, algo más de alivio y hasta algo de alegría porque había algo interesante que contar. Orfeo logró acercarse y vio una lágrima en sus ojos. La recogió. Nadie la había reconocido pero el sabía que era una lagrima que había logrado escapar antes del final y que encerraba lo que no se había alcanzado a decir. El radio todavía tocaba la canción de Triana. Se fue de ahí, el era uno de esos viejos que la gente evita mirar y de los que siempre se desconfía y robar lo que le quedaba de vida a alguien no era cualquier cosa.


Luna

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