9 de septiembre de 2004

Tatuaje.


Las volutas que estampan contra mis ojos metaforsean las imágenes del recuento en lágrimas, respuesta fisiológica me digo, pero el vapor del café y el humo del cigarro me vuelven más sincera, las sillas vacías pesan, peleas internas de voces, buena mujer independiente.

Al diablo con las obligaciones, la tarde será libre, buscaré otra forma de evadir la vida que con un café asqueroso, pose. Dejando establecimiento social y mesa solitaria busco otra forma de mantener los nervios sedados, que el frío glacial no se ve en el temporal y mis músculos distendidos me permiten pensar demasiado.

Pasos pasan.

Esta es buena calle para perderse, modas de cubrirse con accesorios baratos, mantas sobre aceras que venden identidad, necesitada de una seguiré al dueño de mi atención presente, el hombre de ojos románticamente cursis que en realidad no me importan, es ese brazo que deja notar mi nombre impreso en su piel. Debe ser una señal. Me siento Alicia. No, me siento una mujer con deseos.


Frida

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