-quítate esa madre
-no seas mamón
-quítate esa madre, insistió y sus manos dejaron de pellizcar sus nalgas y sacó su miembro húmedo de su vagina. Un mojado plap se escuchó al instante.
La penetración era suave. Antes besabas su cuerpo y seguías con la punta de la lengua el tatuaje de su pecho que decía kímberli. Lo deletreabas húmedamente y sus senos escurrían saliva cuando imitabas las líneas que formaban una rosa.
El cambio de postura era una angustia, mirabas sus caderas, sus nalgas y de manera insistente tus ojos se detenían una y otra vez en las letras que marcaban David forever.
-quítate esa madre
-cómo chingas
Perra. Mirabas su culo, el pellejo saltado, marca que ya había sido penetrado. Tus dedos insistían en la angustia y recorrían la cicatriz del tatuaje borrado y te recordaban que un puto David logró marcarla para siempre, cosa que no habías logrado.
fausto ovalle
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