22 de septiembre de 2004

La imitación te dará poco material y menos satisfacciones. No intentes emular a nadie, pero si la influencia es muy fuerte, sólo déjala fluir, algún día brotará tu propio estilo.

Tu maestro es tu mejor guía. Confía en él pues su interés es que aprendas y mejores.

No te fíes de aquello de “el alumno supera al maestro”; él está en un nivel que, si trabajas muy duro y atiendes sus indicaciones, eventualmente alcanzarás sin darte cuenta. Aun así, no es seguro.

Empieza a escribir sólo si sabes dónde terminar. Así tendrás un cuento completo, sin parches.

Mantén firme tu deseo de alcanzar las metas que te fijas, ello te hará estar cerca de la perfección, pero debes entregarte por completo.

No caigas en adornos exagerados. Si tu manejo del lenguaje no es tan amplio no se enriquecerá haciéndolo más barroco. Usa las frases exactas y correctas. Más palabras no te harán más descriptivo ni mejor cuentista. Sólo aprende a usarlas.

Sigue las reglas y formatos que te han enseñado para escribir. Tendrás derecho a romper esquemas si, y sólo si ya sabes usarlas correctamente y las dominas a la perfección.

No traces tramas intrincadas a los personajes, no es una novela. No tienes por qué complicarles la existencia con situaciones fuera de contexto.

Escribe cuando tengas la cabeza y los ánimos fríos. En el momento que aprendas a controlar tus emociones y verterlas en un cuento tendrás un gran avance.

Escribe como si lo fueras a guardar en secreto. El cuentista escribe para que sus personajes puedan vivir, no para impresionar a los demás.


la flaca
http://lamoritade.elcanibal.com

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