30 de agosto de 2004

La espera.


El aire fluye por sus cabellos revoloteando, jugando con ellos como si fueran las ramas del árbol, erguido, firme, masculino, con frutos voluptuosamente deliciosos; la incertidumbre de la espera le llena su ser de sombras y reflejos rojo carmesí intenso, fuertes.

Suspira. Respira. Se agita.

Con prisa corre por la calle gris cubierta por una suave brisa sobre el redondo empedrado, en su rostro blanco transparente siente el calor intenso que camina acelerado por sus venas, su destino, lo tiene que alcanzar, se deja ir, se desboca por vivirlo, se deja ir.

Suspira. Respira. Grita.

El desahogo total, grita, agitada grita. Grita extasiada. Se detiene, arribó a lo que deseaba, lo encuentra tan abierto y transparente, esperándola, sediento de su calor, firme, largo, abierto, se refleja en sus ojos sus cabellos enramados llenos de luz

Suspira. Respira. Gime.

Se rinde. Cae rendida sobre su piel morena al pie del árbol.


Brenda García
http://www.brendagarcia.blogspot.com

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