2 de diciembre de 2004

Solo intentan despertar el deseo, deseo en pareja, un deseo que solo parece nacer en la piel de otros, deseo que desean recuperar.

- Me acuerdo de tu cara, pero no sé de dónde.

Ella solo alcanza a mirarlo pícara, sorbiendo un san francisco con pajita y ocultando, labios cerrados, su risa de conejo.

Solo él habla, preguntas, la invita, una copa, dos, siete, y ya bien mareados, juegan más sueltos, vamos a tu casa, las manos que buscan, susurros al oído, todo lo que piensa hacerle, hasta lo que nunca le hizo.

La llave que no entra en la cerradura, los nervios, al fin abren, calor, humo, de la cocina sale humo.

- Huele bien raro. Comenta él, mientras la efímera llama se apaga, sin contemplaciones.

En los fogones se queman unas palomitas con miel, pegadas, negras, y las manitas autoras se han escondido debajo de la mesa.

- No tuve con quien dejar a mis hijos.

Ella. Ojos suplicantes.

- ¡Deja de fingir joder! No se los quedaba tu madre... da igual (se sube la bragueta) ni siquiera me había empalmado.


Teresa
www.gotitasporlavena.blogspot.com

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