2 de diciembre de 2004

Fiesta de Aniversario


El envejecido torturador apretó los labios para no reír abiertamente con el placer del roce.
-Me acuerdo de tu cara, pero no sé de dónde- dijo meloso.
Ella acentuó el movimiento de la cadera, unida a la mano del hombre.
-Tal vez podríamos salir a la terraza- insinuó tocándolo apenas. Aquí huele raro.

El compás terminaba. Todos los uniformados se movían en gestos simétricos; era el
baile aniversario de mejores tiempos. Cuando servíamos al gobierno, dijo él, se
hacían bien las cosas.

Salieron.

Volvió a mirarla de frente. Un chispazo en la memoria. Una escena inconcebible,
el deseo desmedido, la cruel avidez. El rostro aterrado en una lejana noche, las
manos nervudas aferradas a su pantalón.
Ella vio en los ojos del otro el recuerdo. Era la hora adecuada.

-No tuve con quien dejar a mis hijos, nuestros hijos, dijo suave y sibilina, así
es que los maté, como a ti ahora, general.
Apuntó directo al corazón.
El hombre hizo un gesto confuso y cayó.
La orquesta iniciaba la siguiente pieza.


toyita

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