16 de diciembre de 2004

desintoxicación de conciencia.


Soñar despierto no tiene demasiada gracia, drogarse y saber que cerrar los ojos de nada servirá, tampoco. Mateo Boctow se encerró en su cuarto después de haberlo vaciado por completo, la estrategia había funcionado un par de veces para dejar de drogarse y/o beber, darse al abandono total, encerrado entre cuatro paredes. En la habitación solo había dejado un reloj digital, que marcaba horas, minutos y segundos,
de números grandes y rojos. La meta, aburrirse de tal forma que se quedara dormido, carecer por completo de distractores mayores al paso del tiempo. Las ventanas habían sido tapiadas desde afuera, nada de luz, nada, solo el reloj como testigo y promotor del tedio.

A las 15:27:57 empezó su encierro, instantes antes había terminado de dar instrucciones en su casa, cerro la puerta y se sentó en el suelo, frente al reloj, viéndolo, esperando; cuarenta y tres minutos después estaba harto de mirar el tiempo pasar, se levantó y caminó hacia la esquina contraria, se recargó en ella y cerró los ojos, diecisiete minutos después los abrió, no había logrado dormir, tampoco soñar. Apoyó las manos contra la pared, hizo un par de sentadillas y terminó por recostarse en la mitad de la habitación, boca abajo, una hora treinta y cuatro minutos y catorce segundos más tarde giro su cuerpo y quedó boca arriba, llevó los brazos a la parte de atrás de su cabeza y se quedó mirando el techo, intentando no pensar y dándose cuenta que la última vez que habían pintado la casa lo habían hecho en época de humedad, por eso se veían esas marcas, esas como olas o gotas mal
dibujadas. Cambió de posición después de cinco horas exactas de estar así, se arrastró por el cuarto hasta llegar a la pared y se recargó en ella, de costado, sobre su lado derecho. Dos horas veinticinco y 59 segundos mas tarde volvió a moverse, trece minutos en al siguiente postura, siete desesperantes horas y cuatro segundos en otra más; hora y cuarto en la que precedió a esta última, doscientos dieciocho minutos y treinta y tres segundos después volvió a buscar otra forma
de acomodarse, la hora cincuenta y tres minutos restante, la pasó intentando dormir de siete formas distintas. En todas fracasó.

Eran las 15:27:47 del otro día, faltaban diez segundos para cumplir las primeras 7veinticuatro horas de desintoxicación de conciencia, Mateo estaba desesperado, en unos instantes la vuelta comenzaría de nuevo, todo volvería a empezar. No tenía muchas alternativas, la puerta no se abriría, aunque se azotara contra ella, durante las próximas tres semanas.


(c. bortoni e.)
[ http://cbortoni.blogspot.com ]

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