17 de noviembre de 2004

Me lo tragué por puro coraje. Alcé la vista solo para toparme con su asqueroso rostro en gozo. Segundos después, me aventó al suelo de un manotazo. Mi enojo se condensaba en lágrimas. Dejó caer dos billetes arrugados sobre mi cara.

Hijo de puta. Dejó escapar una filosa carcajada. Noté mi error. Nunca me sentí tan indigna. Impulsivamente lleve mis manos a su cuello, pero el me estampó una abofeteada que hizo recordar el suelo. Rompí en sollozos. No debí de haber acabado así. ¿Chupársela a un sacerdote corrupto? ¿Me oye? ¡Yo no debería de estar aquí! Lloraba incontrolablemente.

No, Padre. Yo estudie, Padre. Licenciada en Economía, eso soy. ¡Para lo que me sirve! Seis entrevistas en dos años, y nada. Sin razón me negaban el trabajo. Mi padre, pedo, terminó por correrme de la casa, no sin antes darme un regalito, padre. Ni siquiera ella me ayudó.

Y su rostro, con el terror del pecado recordado.


Rafael Martínez
http://erodescia.blogspot.com

No hay comentarios.: