3 de noviembre de 2004

Llueve, tocan a la puerta.


Alguien toca… son las tres de la madrugada. Me incorporo esperando que el sonido sea sólo el eco de la lluvia. No es así, alguien llama. No abriré, si fuera urgente antes hubieran telefoneado. Deben estar confundidos…, además con la luz apagada no pueden saber que hay alguien…, no iré. Al vivir sola se deben extremar precauciones…

… abro la puerta, me doy cuenta que la lluvia es torrencial…, no hay nadie tras ella…, cierro y descubro sobre la mesa un niño pequeño… sé que es aquel crió que aborté cuando joven…, no es posible. Me despierto, bruscamente.
Nadie toca la puerta, sigo en la cama…, pero llueve. Estamos en época de secas… escucho que tocan a la puerta…Abro, reconozco a mi hermana…, ella
murió hace dos años…, me pide que vaya con ella..., unos hombres la arrebatan y la conducen a empujones escaleras arriba… vuelvo a abrir la puerta… a mi padre me da gusto verlo, se ve más joven, su cabello y su bigote han vuelto a ser negros…, me alegro y le pido que se siente…, sólo entonces reparo en que su bragueta está abierta…

Sobresaltada despierto por que he escuchado que tocan a la puerta.
¿Llueve?…no. Nadie toca… debo haberlo soñado.


Jorge Rueda

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