6 de octubre de 2004

TRES METROS


Al entrar en la casa, Orfeo analizó cuidadosamente el suelo: Dos metros para un pequeño baño, un metro para el librero y allí no cabría nada más. Desechó sus planos mentales y así también sus planes. Si quería orinar iría a la gasolinera y si quería leer, tiraría los libros.

Años atrás, él y Triana eran amigos y fascinantes estrategas del espacio. En tres metros cabían noventaytres cabezas de vaca, doce llantas y tres fátimas.

Las fátimas eran unas bestias locas mitad camencos y mitad estrapias que derramaban ternura; unas criaturas graciosas fabricadas de sueños. Sabían hacer espagueti y almacenar los peores chistes, hacer sonidos extraños con el pico y gatear al revés. Todos unos estuches de monerías.
Ahora Orfeo está necesitado de espacio, dice.
Triana muerta a los diez en un ascensor que a velocidad infernal descendió;
irónicamente, dejando a Orfeo sin estrategia y sin fátimas.


HJ
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