esperemos que esto no dure mucho.
El elevador se cerró detrás del sacerdote. Dentro solo estaban él y una mujer bastante desgastada. El sacerdote la miro sin discreción alguna. La mujer le respondió la mirada y le dijo:
-Sí, soy una pinche puta.-
-Que bueno.- contesto el sacerdote.
Durante un rato permanecieron en silencio mientras el elevador se movía, súbitamente el aparato se detuvo, entre el octavo y el noveno piso.
-Chingada.- dijo la puta, -atrapada en un elevador mientras debería estar trabajando.- miro al sacerdote y dijo –Y con un jodido cura maricón ¿Supongo que esta es la oportunidad perfecta para arrepentirme?-
-No lo se, no me importa.- dijo el sacerdote. –Todos estamos perdidos, que más da si es por abrir las patas y recibir el cuerpo de un extraño o abrir la boca y recibir el cuerpo de Cristo.-
La prostituta no supo que contestar, miro indignada al sacerdote;
-¿Ni siquiera se esforzara por decirme que voy por mal camino?- dijo.
El sacerdote no respondió, se sentó en el piso, arreglo su sotana y contemplo la puerta del elevador.
-¿Tan poca casa soy?- pregunto la prostituta.
-No.- contesto el padre.
-¿Entonces?- insistió la piruja.
-La poca cosa soy yo. Ahora cállate y esperemos que esto no dure mucho.-
La prostituta se sentó en el piso, junto al sacerdote, arreglo su falda y contemplo la puerta del elevador.
(c. bortoni e.)
[ http://cbortoni.blogspot.com ]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario