6 de octubre de 2004

Humo


Al entrar a la casa, Orfeo, te busqué.
En la sala… en el corredor que va a la cocina, en el baño... en la cocina, en el patio.
Miré bajo la mesa. Sólo tu olor.

Me siento en la cama y el espejo me dice Triana, él no va a volver, y es Triana quien lo dice. Sólo tu olor por todas partes, Orfeo.
Fátima me advertía que te irías, cuando olvidábamos que te casaste conmigo y no con ella.
A mí me dejó.

Ahora te espero en la ventana.
Con tu olor -pegado a mi ropa, al cabello, a la saliva que trago-, primero dulzón, como orines hirviendo; después olías a animal quemado: cabellos, uñas, huesos.
Y el humo se elevaba.

Cuando estuve asqueada, regresé llorando a casa, buscándote.
No podías ser tú, aquello, eso que el horno de la funeraria tragó.


Excelsísima Princesa Gato
www.sualtezaprincesagato.blogspot.com

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