20 de octubre de 2004

Diego


Hijo del exilio sudamericano, no fue confinado a su contexto. Creció en colegios maristas, desde pequeño emuló a su padre y se hizo buen delantero, piernas poderosas. Llegó a jugar fútbol con el Cruz Azul, mientras obtenía su maestría como filósofo; personaje de contrastes sin duda.

El balompié no fue suficiente, de Montevideo en cambio lo atrajeron los recuerdos ajenos. Regresó con años, experiencias y doctorado. Entonces lo sedujo el monopolio, sus promesas de apertura, su canal 9 “cultural”. Destrampe y fama. Después el guión de un largometraje; Ofelia Medina en los estelares.

Bon vivant, sería una gran etiqueta, y así presentado: Grandes agencias de publicidad. Más fama, más destrampe. Al final del camino: matrimonio con la soltera más codiciada, justo, también hija del exilio.

Destrampe ahora y escandaloso; divorcio con cajas destempladas. Quiso la suerte entonces presentarle la horma del zapato: una curvilínea y sicalíptica mujer, que además resultó psicópata. Ahora, con la vida desarmada, duerme en los parques porque teme llegar a su casa y encontrarla agazapada, detrás de una pared, dispuesta a arrancarle el pene, para impedir que se acueste con ninguna otra.


Jorge Rueda

No hay comentarios.: