30 de agosto de 2004

La Pequeña Heroicidad de Cada Día


Puedes observar su reflejo en la puerta entreabierta. Tienes dos opciones: Atravesar el umbral desfiando la Ley, o regresar a su seguridad de cinco puertas, doble airbag y frenos ABS con discos en las cuatro ruedas.

No es sencillo decidir. Sabes que adentro te esperan pero tus piernas, posesas por el demonio de la inmovilidad, no caminan adelante ni giran para regresar. Intentas acercar una mano a la antigua madera preciosamente labrada, pero la orden impartida
por el cerebro tampoco logra traspasar el umbral del movimiento. Como en esos sueños pesadillescos en que te sientes atado. Mas no es Morfeo quien ahora te sujeta, es la Ley, la Inquebrantable.

Pero Ella no ha calculado algo: Empiezas a inclinar tu cuerpo, lentamente, hacia adelante, en una diagonal casi suicida y tus pies, imposibilitados de cualquier movimiento, ceden la tarea del frenado a tu nariz. Has entrado.


JoseV
http://www.azulgato.blogspot.com

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