30 de agosto de 2004

carro gris frente a la casa


ahora sí, puto, valiste verga. el tono de voz era norteño y rudo, y pudiste adivinar su identidad tras la capucha oscura. también, aunque fue instantáneo, supiste de qué arma se trataba y las vidas que debía. la bala, después de provocar un olor a azufre por tu piel chamuscada, atravesó tu cráneo y puso fin al dolor de tu dedo índice, que amputado a la brava, no dejaba de pulsar, de emanar sangre y pus.
tu cuerpo sería encontrado cubierto de billetes de un bola, sucios, arrugados y viejos.

--si, 066.
--...hablo porque afuera de mi casa hay un carro que está goteando sangre por la cajuela..

las caras de los visitantes quedaron absortas. la orden fue inmediata. llévense esa chingadera. dos empleados de la funeraria accedieron. antes de arrojar la corona al contenedor, uno de ellos guardó el listón dorado que decía: gracias por sus servicios, mi procurador.


fausto ovalle

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