2 de diciembre de 2004

Miasma


Es una de esas mañanas feas en las que tanto el paisaje como los sucesos parecieran estar exhaustos y hartos, arrastrándose en el día con lastimosa andanza. He visto una docena de ratas en el parque de la esquina. Es verdaderamente perturbador el estupor comunal.

-Huele bien raro.
-No sólo huele, se ve, se percibe y sucede todo de una manera muy extraña en este día.
-Mira, creo que ahí viene el idiota de tu ex esposo.
-...
-No tuve con quien dejar a mis hijos.
-Te recuerdo que también son míos. Descuida, puedes dejarlos, no soportaría ir a trabajar hoy.
-Me acuerdo de tu cara, pero no sé de donde.
-Soy la amiga de Marina que vivía en Campeche, recién me mudé a esta ciudad.
-Bien, pues encantado. Las dejo señoras que el día es largo.
-Qué feo que es, qué bueno que lo dejaste. Deberíamos entrar a la casa. Me muero por unas rayas, aunque también traje auténtica “caca de mono” de Mérida. Tú escoges.
-Me voy por la mota, parece lo más apto en un día tan pestilente.
-Niños en la cocina hay cereal y mucha comida refrigerada, sírvanse. La tele ya tiene sky.
Voy a estar trabajando con Liza en el estudio.


Karlatone

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