2 de diciembre de 2004

FINALMENTE TUVE MIEDO


Triana se puso a reír con ellos, que seguían refiriéndose al tipo. Huele bien raro, dijo A. El tipo llevaba un tatuaje en la ingle que se metía debajo del pantaloncillo. Huele bien raro, dijo B. Esperaban el taxi, Triana A y B. Al principio, Triana pensó que el tipo quería hacerles algo, ahora se dirigía a ella, Me acuerdo de tu cara, pero no sé de dónde, dijo. Pensaron en buscar otro taxi, caminar unas cuadras. El hombre se descubrió el pecho y hizo un ademán. Parece un monstruo, pensó Triana mientras se alejaban. Me acuerdo de tu cara. El tipo los seguía. De dónde me conoce, pensó, está loco. El hombre se tocó el tatuaje y metió su mano debajo del pantaloncillo. Sacó su pene. En ese momento Triana recordó una mudanza. Un placer. Una penetración. Una lengua. El hombre los seguía, jalándose el pene. El momento trascendió. La palabra 'hijos', la frase, No tuve con quién dejar a mis hijos. Su mamá decía esas palabras, las repetía, No tuve con quién dejar a mis hijos. La impresión de estar sola, en una casa, con un desconocido.


BR
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