16 de diciembre de 2004

Alex Durbak no había dormido jamás. Por supuesto, él no sabía mucho acerca del acto de dormir, únicamente lo que los Downloads Neuronales tocaban superficialmente en la escuela. Como parte de la tercera generación de Humanos-Koiibito, el acto de sumirse en un estado diferente de conciencia durante un cierto número de horas le resultaba
tan extraño como las colonias en Marte y en Europa le parecerían a cualquier habitante del siglo XX, o como era llamada entonces, la edad media tardía.

Cierto día, en uno de los pocos descansos que su organismo requería (o específicamente, el tiempo que requerían en recargarse los nanorobots presentes en sus sistemas nervioso y sanguíneo) fue abordado por su compañero de hábitat.

-Salutaciones, Durbak.

-Saludos, Thunder. ¿Cómo fue tu mes de trabajo?

-Tu sabes, 1600 horas de trabajo, no es nada...

-Nada del otro mundo, entonces ¿qué te trae por aquí?

-Tengo... una nueva sustancia.

Alex no era demasiado aficionado a las sustancias recreativas, pero las utilizaba ocasionalmente. Thunder era reconocido como un proveedor honesto de ese tipo de productos.

-¿Qué traes ahora?

-Un nuevo producto. Crea una secuencia de override temporal en los nanorobots neuronales y produce efectos interesantes.

-¿Qué clase de efectos?

-Te permiten dormir.

¿Dormir?

-Efectivamente...

-¿Lo has probado antes?

-No, realmente... esperaba que tú lo hicieras. Sin costo, por supuesto.

-De acuerdo, contestó Durbak, sin reflexionarlo demasiado.

-Recuestate, dijo Thunder, al tiempo que sacaba una pastilla de su contenedor Theta.

-¿Así? Preguntó, con un poco de duda en su voz.

-Si. Ahora traga esto. Tengo entendido que es rápido.

Durbank tragó la pastilla. Casi instintivamente, cerró los ojos. Primero una pesadez pasajera, después un estado de relajación que no había experimentado ni siquiera en las sesiones obligatorias de cyber-yoga.

-Es.. es...- trató de decir algo más, antes de empezar a flotar entre un bosque en el que realmente no había estado nunca. Entonces, por primera vez en un largo tiempo, alguien soñó...


Manuel B. Ibarra

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