6 de octubre de 2004

“Sín Título”


Al entrar en la casa respiró profundamente. Cerró los ojos un momento, el sudor corría profusamente por sus mejillas. Habían pasado tres semanas desde que los muertos, por alguna extraña razón, habían vuelto a la vida.

Revisó su cargador: tres cartuchos percutidos, nueve aún útiles. Recargó su peso contra la pared. Después de un momento abrió los ojos y observó por la ventana. Todo parecía tranquilo, excepto por los tres cadáveres en el patio de la casa y que en vida llevaron los nombres de Fátima, Orfeo y Triana.. Tres seres que habían muerto por segunda vez. Su piel azul y pútrida contrastaba con el pasto verde.

Caminó hacia la cocina. Abrió el refrigerador y tomó una cerveza. La luz aún funcionaba en ese sector de la ciudad.

Encendió el televisor con el volumen muy bajo. Los científicos discutían las posibles causas de la enfermedad, pero todos coincidían en lo siguiente: Causa: desconocida, modo de infección: contacto con los fluidos transmitidos por mordedura o rasguño. Modo de neutralizarlos: balazo o impacto contundente en la cabeza, decapitación y posterior cremación. Eso, o bombardeo nuclear.

Un aviso interrumpió el programa. El presidente anunció que para proteger a los residentes de las áreas aún no afectadas se bombardearían varias ciudades y esta ciudad estaba en la lista.

“Todos los sobrevivientes tienen 8 horas para evacuar la ciudad”, continuó el mandatario. Apagó el televisor. Arrancó sus insignias con furia y en ese momento, escucho un ruido seco en la puerta de enfrente. Al mirar a través de ella se dio cuenta de una cosa: esta sería una noche muy larga.


Manuel B.
beatnik@gmail.com

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