30 de agosto de 2004

La puerta nunca mas volvió a cerrarse.


Desde que murió su marido, no volvió a utilizar sus llaves. La chapa se enmoheció por la humedad y la falta de uso; si bien en la tranquilidad de Juchitan no hacia falta cuidarse de los raterillos, después de que Odilón pasó a mejor vida Esther tampoco tuvo que esconder su deseo tras las puertas de la casona.

Su suegra fue la primera en hacérselo ver, “hijita has de tener mucho cuidado, tu eres joven y mi hijo un hombre mayor, te harán falta cosas, pero él te quiere mucho; debes respetar el nombre que ahora llevas”. No entendió claramente sino años después, Odilón sólo azuzaba la sangre de su vientre, para después caer dormido. La suegra murió primero, dos años después su marido, vivió casada 10 largos años. La hermosa viuda, nunca más volvió a cerrar su puerta ni a sofocar sus calores; en su habitación hallaban cobijo y placidez todos los hombres que supieran que aquella puerta abierta no era para nada resultado del descuido.


Jorge Rueda
http://www.jorgerueda.blogspot.com

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