6 de octubre de 2004

Mito


Al entrar en la casa supo que se había ido, faltaban no sólo sus cosas sino
su aroma.
Compró el boleto del RENFE, viajo por la noche a Sevilla y a la mañana
siguiente se encaminó al barrio de Triana.

Sabía que sus pasos eran arriesgados, su cante de cristiano lo delataba en esas morerías y buscar a Fátima en aquella parte del barrio no era prudente.
Sintió el odio sarraceno acompañar las respuestas que recibió. Ella no había estado por ahí, no lo creyó, quiso otear dentro de la casa, no pudo. Aquél moro le ordenó que se largara, que no volviera ni siquiera a mirar.

Insistente regresó por la noche. La suerte desafortunada lo dejó verla. Fátima no iba sola, la llamó por su nombre, y al intentar acercarse su acompañante lo atravesó con una daga.

Fátima no sólo era hermosa, sino inteligente y enganchada, el camello perfecto para el tráfico, ninguno iba permitir que volviera a largarse en brazos de aquel Orfeo


Jorge Rueda
www.jorgerueda.blogspot.com

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