20 de octubre de 2004

Memo

Nació el 2 de enero, de eso sí estoy bien seguro y supongo, sin conceder, que debe haber sido 1955 ¿o 56? Pero sólo hasta ahora, que me doy a la tarea de hurgar en el archivo histórico de mi memoria, caigo en la cuenta de mi absoluto desconocimiento de los más elementales detalles de su infancia y en realidad de su vida entera.
Ciertos rumores y una dosis de elemental malicia, me dicen que fue un adolescente conflictivo, un estudiante irresponsable, que bebía mucho y no sentaba cabeza. Fue por ello que su padre, un piloto aviador de ojos muy azules, lo envío a estudiar a Monterrey. Fue ahí donde la aleatoriedad, siempre tan ocurrente, le jugó una broma pesada y lo transformó en padre de familia a los 18.
Lo demás son recuerdos, vagos y difusos hasta el extremo. Un desenfrenado paseo en moto por la Calzada San Pedro, es la más ancestral de mis anécdotas. El resto son las infaltables llamadas, cada 21 de abril. ¿Cuántos años cumples?, Carajo, soy un viejo, tengo 30 años de ser padre, me dijo la última vez que hablé con él. Tendré que esperar al próximo cumpleaños para volver a oír su voz y confirmar que existe, aunque el cabello rubio que veo cada mañana en el espejo, es la prueba fehaciente de que ese hombre no fue un fantasma.


Daniel Salinas Basave

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