30 de agosto de 2004

Tengo la absurda costumbre de volver la vista atrás cuando abandono un lugar para conservar una última imagen que me recuerde que yo estuve allí.
La puerta permanecía abierta, como siempre, pero yo sabía que en ese instante se cerraba definitivamente para mí. Por eso quise grabarla en blanco y negro en mi memoria, como una foto antigua de un pasado que fue, pero que nunca volverá.
Me preguntaba, mientras observaba esa instantánea, cuántas puertas se han cerrado ya tras de mí. ¿Por qué no soy capaz de permanecer más de dos años en un mismo lugar?, ¿por qué no puedo echar raíces, como hace la gente “normal”, y mantener una dirección de correo fija para recibir las postales navideñas de familiares y amigos? “No” -me dije a mi misma mientras sonreía- “tú eres incapaz de echar el ancla, te sentirías como un pájaro enjaulado, reconócelo”


A. J.

No hay comentarios.: